Susana Szwarc: Bárbara Dice:

Sólo una poesía de la estatura de “Bárbara dice:” puede exasperar de tal modo el lenguaje hasta llevarlo a la simplicidad de su raíz. Bárbara, bárbarus, lo incivilizado, lo extranjero.
          En los confines de la lengua, casi antes del grito, las frágiles criaturas de Susana Szwarc recorren con la audacia de los seres de pesadilla los lugares malditos del idioma: el del dialecto del burdel, el de la furia del prisionero, el del dolor que yace en una cama de hospital.
          Superadas las fronteras burocráticas entre los géneros literarios, resurge la interrogación mítica: ¿puede haber después de Babel, de la aniquilación de una lengua universal, alguna forma de relato?. Si como dice Barthes, la estructura del relato supone siempre lo predicativo, en “Bárbara dice:”, los dos puntos abren una única deriva, que se desenvuelve grácilmente al modo borgeano de los “diversos porvenires, diversos tiempos que también proliferan y se bifurcan”.
          Perdemos el aliento, lo recuperamos, continuamos por el maravilloso jardín de senderos bifurcados de este relato mítico.